La estética del oprimido (Augusto Boal) // Reseña

Por fin he acabado el primer libro de 2013, La Estética del oprimido, de Augusto Boal, conocido por el desarrollo del teatro del oprimido. Muy interesante la crítica social y visión que aporta sobre qué papel deben jugar el arte y la cultura en la sociedad. Una nueva puerta que queda abierta 🙂

Algunos fragmentos con los que me quedo:

El-Árbol-de-la-Vida-completoAl tratar el pensamiento único, tenemos que tener claro que la política no es «el arte de hacer lo que es posible hacer», como se suele decir, sino «el arte de volver posible lo que es necesario hacer». El ciudadano no es aquel que vive en sociedad: ¡es aquel que la transforma!Los esfuerzos en pos de la humanización de la humanidad eligen como verdad suprema el avance social hacia una sociedad sin oprimidos ni opresores, en todos los campos de la vida humana: político, social, familiar y todos aquellos que puedan existir. No podemos luchar contra la opresión y seguir, nosotros mismos , siendo opresores. Si ententar alcanzar esta sociedad es una utopía, no importa… avanzar en esa dirección no es utópico, es una opción ética.

Tenemos que reaccionar contra todas las formas de opresión. Y esta lucha debe darse, también, en los tres importantes campos de batalla del pensamiento Sensible: la palabra, la imagen y en sonido.

La Estética del oprimido, al proponer una nueva forma de hacer y entender el arte, no pretende anular las anteriores que áun puedan tener valor; no pretende la multiplicación de copias ni la reproducción de la obra, y mucho menos la vulgarización del producto artístico. No queremos ofrecer a la gente el acceso a la cultura, como se suele decir, como si la gente no tuviera su propia cultura o no fuera capaz de construirla. En el diálogo con todas las culturas, queremos estimular la cultura propia de los segmentos de cada pueblo. Queremos promover la multiplicación de los artistas.
Cada día es un nuevo día: estamos condenados a la creatividad!
Quien tiene el poder de la Palabra, de la Imagen y del Sonido tiene a su disposición la invención de dogmas religiosos, políticos (…) gracias a éstos, los seres humanos se dividen entre artistas y los que no lo son, como una diferenciación entre nobles y plebeyos. Esto es un dogma, y de los más abyectos (…). Es deber del ciudadano-artista, utilizando los mismos canales de opresión pero a la inversa, destruir los dogmas del arte y la cultura mostrando que todos los seres humanos son artistas de todas las artes, cada uno a su manera. Son productores de cultura, y no únicamente consumidores boquiabiertos de la cultura ajena.
La empatía (…) inmoviliza a los espectadores inoculándoles ideas y emociones ordinarias y falsas (…). Esta delegación de poderes que el espectador ofrece al personaje – que pasa a actuar, pensar y sentir en su lugar, haciéndolo pensar, actuar y sentir como él – es una peligrosa renuncia a la ciudadanía, porque el espectador, inmovilizado, se transforma en una víctima pasiva en lugar de ser un compañero.
El arte no debe continuar encerrado en museos, teatros y salas de concierto para visitas de fin de semana, puesto que es necesario en todas las actividades humanas, en el trabajo, el estudio y el ocio. No debe ser un atributo de unos pocos elegidos: es condición humana. No es maquillaje en la piel: es la sangre que nos corre por las venas.
Los artistas tienen que desviarse de lo obvio y penetrar en la verdad ocultada (…). No vamos a olvidar que en todas las sociedades existen oprimidos y opresores en todos los niveles de la vida social. Los que oprimen imponen a los oprimidos su visión del mundo y de cada cosa de este mundo, para que les obedezcan y para que reine su paz. Para liberarse, los oprimidos tienen que descubrir su propia visión de la sociedad, sus necesidades, y contraponerlas a la verdad dominante, opresora. En el TO el bien mayor es la conciencia de la opresión y el deseo de recrear la sociedad (…). El teatro – tal como se viene practicando entre las clases dominantes, como forma de persuasión compulsiva -, más que otras artes, inmovilizar a los espectadores en la contemplación. Inmovilizados, se vuelven vulnerables. Vulnerables, están listos para aceptar como suyas las emociones de los personajes y sus elecciones.
No podemos ser únicamente consumidores de obras ajenas porque ellas nos traen sus pensamientos, no los nuestros; sus formas de comprender el mundo, no la nuestra (…) 
La Estética del oprimido, democrática y subjuntiva, aspera, a través del arte, a permitir al ciudadano cuestionar dogmas y certezas, hábitos y costumbres que soportamos en nuestras vidas (…).
Foto: http://lahojablancagranada.blogspot.com.es/p/teatro-del-oprimido.html
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